martes, 31 de agosto de 2010

Los once, de Pierre Michon

                       
FRANCIA-Anagrama saca a la venta, prevista para el 9 de septiembre, el libro “Los once“, de Pierre Michon (Gran Premio de Novela de la Academia Francesa), que tiene como protagonistas a los once miembros del Comité de Salvación Pública que, en Francia y en 1794, rigió el gobierno revolucionario del año II e instauró ese período que conocemos con el nombre de "El Terror".


La Academia Francesa premia "Les onze", de Pierre Michon, una obra sobre el Terror en la Revolución. Efe.
jueves, 29 de octubre de 2009.

París.- "Les onze", de Pierre Michon, un ingenioso relato ambientado en los años del Terror en la Revolución Francesa, se hizo hoy con el Gran Premio de la Academia, el galardón que abre la temporada de recompensas literarias galas.

Con su elección, el jurado distinguió a un poco prolífico autor que acostumbra a espaciar sus apariciones en librerías y que apenas se deja ver en los ambientes literarios parisienses.
Un atípico escritor residente en provincias que se vanagloria de sus excentricidades y que, sin embargo, convence a la crítica y al público cada vez que se decide a publicar sus libros.
Con "Les onze" le costó terminarlo tres lustros, una costumbre de la casa en un autor de 64 años que se precia de vivir sólo de lo que escribe.
Con esa obra, Michon recolectó doce votos del jurado de la Academia, el doble que Renaud Camus por la obra "Loin" y once más que Bruno de Cessole por "Le moins aimi".

Los jurados de la Academia se inclinaron por una obra singular en la que, como sucede a menudo en el trabajo de Michon, el lenguaje toma la delantera a la historia.
Aunque ésta esté cargada de intención e imaginación, envueltas en una peripecia narrativa que embauca al lector.
El punto de partida es "Les onze", un cuadro en el que François-Elie Corentin retrató a los componentes del Comité de Salud Pública, el directorio que tomó el mando de la Revolución Francesa a partir de 1793 hasta que fue disuelto por el Directorio.
Durante dos años, los miembros de ese conciliábulo, personificados en la figura de Robespierre, trataron de preservar las bondades de la Revolución aunque fuera a costa de imponer un régimen de Terror que manchó para siempre la imagen del movimiento que había acabado con el Antiguo Régimen.

En ese contexto histórico sitúa Michon el origen de su obra, que comienza en el invierno de 1794, cuando Corentin, descrito como un "Tiépolo del Terror", pintor de cámara de la elite revolucionaria, recibe el encargo de retratar una reunión de los once miembros del Comité de Salud Pública.
Difícil tarea, puesto que los que lo componen le exigen una ambigüedad suficiente para que el cuadro sirva como prueba de su desafecto a Robespierre, si éste cae en desgracia, o como muestra de su adhesión, en caso de que triunfe.
Inmerso en esta reflexión, la obra narra la peripecia del autor y la vida del cuadro, que acaba colgado en los muros de Louvre.
Sólo que, tras un relato tan realista como astuto, Michon ha colado un cuadro inexistente y un pintor fruto de su imaginación.
A través de Corentin, el escritor deja algunas huellas de su propia biografía, una técnica que ya utilizó en "Vies minuscules", la obra que le sacó del anonimato en 1984.
"La familia de Corentin se parece a la mía: un padre ausente, un amor exuberante por la madre, una ambivalencia materna,...", explicaba el autor.
A partir del pintor inventado por su imaginación se pueden rastrear pinceladas de la vida de Michon, nacido en un pequeño pueblo del centro de Francia y criado por su madre, maestra rural, en ausencia de su padre, que abandonó a la familia.

Estudiante de letras en Clermont-Ferrand, Michon no ocultó nunca su admiración por Rimbaud y, como él, nunca tuvo otra profesión que la literatura.
Convencido maoísta en su juventud, el escritor llevó una vida bohemia y sencilla en los años 70, frecuentó a las vanguardias del momento pero nunca dejó de admirar a los clásicos.
Al borde del alcoholismo, Michon salió adelante gracias a pequeños trabajos y a su inclusión en la compañía de teatro de arte y ensayo de los hermanos Kersaki.
Hasta que en 1984 encanta a la crítica con "Vies minuscules" y su vida da un giro. Por fin, Michon puede dedicarse sólo a escribir...
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Pierre Michon: algunas palabras y fragmentos

"... se acerca el final del libro y pareciera que el sentido del mundo se hiciera visible. Entonces, uno escribe no sólo con el ritmo de la lengua sino con el ritmo del mundo. Como si Dios existiera y pusiera su mirada sobre uno. (...) El momento de la escritura es el de la llama de la existencia, pero termina en cenizas. Sólo al ser leído vuelve a brotar el fuego de entre las cenizas del libro." 

"Tenía más de treinta años. No había escrito ni una línea. Leí por casualidad ¡Absalón! ¡Absalón! que volvieron a editar por entonces en libro de bolsillo: desde las primeras páginas hallé un padre o un hermano, algo así como el padre del texto. Alguien que escribía desde y por esa constelación emotiva que era más o menos la mía, cuya frase respiraba y tenía apetencias que tenían la misma cadencia; cuyo nihilismo se transmutaba en su contrario por la gracia total de esa cadencia: había hallado la llave de mis modestas historias. (...) Creo que no había acabado aún de leerlo cuando empecé a escribir Vidas minúsculas, con una sensación de liberación y gozo indecibles"... "[Faulkner] Es el padre de cuanto he escrito".
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"El elefante que ve, que Cofield ve que Faulkner ve, es quizás ese cuya pataza pende encima de nosotros desde que nacemos, a la que no obstante sonreímos, y que nos nutre: es la familia, las filiaciones en las que el último en nacer es siempre el más último de todos los últimos, ese azar de los cruces de la carne, que nos pone carne y, de propina, nos endilga la ilusión de que la carne no es azar, sino destino".
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"Cuando bate de par en par, es desmedido; cuando sacia el hambre, va presto; cuando ataca, daña; cuando pica, hiende; y cuando hace presa, se harta. Le debo esta frase perfecta a la traducción de un tratado de caza árabe. Eso tan fulgurante, mortal y traidor que menciona, eso que bate, hiende y va presto, es el halcón gerifalte. La frase citada está en el mismísimo centro del libro y me complace pensar que en es su secreto apogeo".
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"El viernes por la mañana, con las claras del alba, fui a dar una vuelta por el jardín. Había llovido, los pájaros estaban empezando a cantar y unos nubarrones color pizarra corrían por el cielo. Gocé entonces de unos cuantos instantes de fuerza y serenidad inmensas. (...) El mundo, allende el Sena, está hecho de rastrojos de oro, de gavillas relumbrantes, de hayedos lejanos en los que palpita el corazón. En las lecherías de las casa de labor, hay niñas que meten el dedo en la leche y la desnatan; mientras un hombre la mira, una muchacha ríe por lo saciada que estará dentro de un rato; monstruos humanos olvidan que son monstruos. El mundo no precisa prosa."

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